Wednesday, July 05, 2006

Los principios al principio

El movimiento secundario nos enseñó una lección de educación cívica. Los estudiantes motivados por principios y valores han nutrido de mística y esperanza a la desobediencia civil. Su lucha no busca el poder por el poder, todo lo contrario, su objetivo es ser los motores del cambio que mejorará la Educación en Chile.

Con valentía y vigor han planteado que después de 16 años de gobierno democrático, llegó el momento de terminar con los vestigios militares. La derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, que consolida un sistema mixto entre la municipalización y la privatización de la educación secundaria, es una propuesta de fondo. Por ella pasa un cuestionamiento al modelo de educación que no esta centrado en la equidad e inclusión social.

Nuestro desafió como sociedad es ser capaces de levantar y respaldar los principios que motivan esta causa. La justicia social amparada en la posibilidad de terminar con la condena social de nacer pobres a través de una educación igualitaria y de calidad. La inclusión, como modelo de progreso y felicidad, vinculada estrechamente al trato público que la sociedad da a la diferencia y la diversidad. El perfeccionamiento de la democracia, como un fin en si mismo que permite el diálogo, la crítica y la diferencia expresada por las grandes mayorías al que se suma el respeto por las minorías.

Los nuevos ciudadanos tienen claro que la sociedad debe modificar su entramado de poder, poniendo el bien común y los principios, por sobre las diferencias pequeñas, miopes y obsoletas, en ese marco, la marcha de los pingüinos que destruyó la desigualdad en la Educación, es una lección que debemos aprender con rapidez.

Los jóvenes socialistas debemos volver a poner los principios al principio, como siempre debió haber sido. Esto nos obliga a construir una juventud más abierta, conectada con los problemas sociales, que sea capaz de decir lo que piensa y actuar según lo que dice, de esta forma, estos nuevos ciudadanos nos verán con respeto y consecuencia.

Tenemos una visión de mundo que no es un dogma, pero en el cual confiamos para cambiar el destino desigual que se vive en Chile. La democracia y el socialismo nos llevan a proyectar un modelo que supere el trauma de la dictadura, porque no basta con haber derrocado a Pinochet hace años. Debemos buscar consolidar un nuevo sistema que nos libere de las ataduras del pasado, el que consagro al sistema binominal, al modelo neo liberal de mercado y a la LOCE. Todas esas tonadas son ritmos de la misma bota militar que tanto daño y sufrimiento le hizo pasar a Chile.

Debemos apurar el tranco, pero cambiando nuestro estilo de hacer política, nuestra crítica al sistema, el cual la concertación administró y muchas veces gobernó con desidia, debe estar acompañada por nuevos liderazgos que asuman una mirada libre, sin ataduras en donde nuestra brújula sean los principios y los valores, sólo de esa forma podremos gobernar, liderar y construir un Chile más justo y democrático.

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